Influencia del mito en la literatura española.

La literatura española no se muestra ajena a ese afán por reinterpretar al héroe paradigmático y a los personajes más allegados a él, si bien no logra plasmarlo en ninguna obra de proyección universal. 

  • Novela:
- Prometeo de Ramón Pérez de Ayala

Juan Pérez Setignano, el protagonista de Prometeo, primera novela poemática de Pérez de Ayala, es hijo de italiana y español. Insatisfecho con su experiencia vital, aspira a una vida plena que no cree poder alcanzar en Italia. Por ello decide intentarlo en España, cuya geografía recorre en buena parte con el nombre, más heroico según él, de Marco. Pero no consigye colmar sus aspiraciones: ha de conformarse con una cátedra de griego en Pilares. Convencido de que sólo el mediocre tiene cabida en el país, de que no hay lugar para los seres más completos, aquellos en quienes se aunan en armonía pensamiento y acción, renuncia al éxito personal. Es un Ulises- cuya síntesis de heroicidad y humor siempre admiró-... pero frustrado. Aun que no se rinde del todo.
Acaricia la idea de un hijo superdotado, verdadero titán capaz de realizar lo que él no pudo, de "arrebatar el fuego divino." Y al fundir ahora con el anterior el mito de Prometeo, Pérez de Ayala degrada a los dos: Marco, quien, no lo olvidemos, en realidad tiene el vulgar nombre de Juan Pérez, ha caído inevitablemente, por ambicioso. La esposa, la Nausikaá de este relato, se llama Perpetua Meana. Y el hijo de ambos se aparta en todo del ideal anhelado por el padre: deforme y perverso, acabará por suicidarse. Es una visión sarcástica del superhombre de Nietzsche. Visión, en definitiva, alejada de la de Katzantzakis; más cercana a la de Joyce. Pérez de Ayala subvierte el mito. Y la subversión irónica de la cita es constante en todas sus narraciones, a las que recorre como un estilema. 



-Las mocedades de Ulises de Álvaro Cunqueiro


En Las mocedades de Ulises, la fantasía de Cunqueiro toma el mito homérico como pretexto. Ulises, Agamenon, Penélope, Edipo, Helena, Hércules, Medea, Menelao, París y Poseidón, conviven en singular anacronismo como Amadís de Gaula, los Doria, Don Enrique el Navegante, Doña Ginebra, el duque de Mantua, Otelo, Ricardo Corazón de León, Virgilio… Y así por ejemplo resulta que Ricardo Corazón de León fue abuelo de Ulises. Mitos helenizantes, deidades cristianas, piadosas e increíbles hagiografías, justas caballerescas de amor cortés o las consejas mágicas de un aquelarre romántico y rural se alternan en este libro henchido de erudición clásica y de dulces y evocadores arcaísmos. Adentrémonos pues por la maraña jubilosa de estas mocedades que uno hubiera querido para sí, vagancias de libre primogénito en una tierra antigua y acaso fatigada. Y de la mano de este singular Ulises vayamos desvelando paisajes, enhebrando misterios y poblando de seres maravillosos un orbe antiguo que, por otra parte, nos llega limpio y transparente como si acabara de nacer.
A continuación, el fragmento inicial de la obra: 

"Este libro no es una novela. Es la posible parte de ensueños y de asombros de un largo aprendizaje -- el aprendizaje del oficio de hombre --, sin duda difícil. Son las mocedades que uno hubiera querido para sí, vagancias de libre primogénito en una tierra antigua, y acaso fatigada. Un hadith islámico cuenta que la tierra dijo a Adán, al primer hombre, cuando fue creado:

- ¡Oh, Adán, tú me vienes ahora que yo he perdido mi novedad y juventud!

Pero toda novedad y primavera penden del corazón del hombre, y es éste quien elige las estaciones, las ardientes amistades, las canciones, los caminos, la esposa y la sepultura, y tambien las soledades, los naufragios y las derrotas.
Buscar el secreto profundo de la vida es el grande, nobilísimo ocio. Permitámosle al héroe Ulises que comience a vagar no más nacer, y a regresar no más partir. Démosle fecundos días, poblados de naves, palabras, fuego y sed. Y que él nos devuelva Ítaca, y con ella el rostro de la eterna nostalgia. Todo regreso de un hombre a Ítaca es otra creación del mundo.
No busco nada con este libro, ni siquiera la veracidad última de un gesto, aun cuando conozco el poder de revelación de la imaginación. Cuento como a mí me parece que sería hermoso nacer, madurar y navegar, y digo las palabras que amo, aquellas con las que pueden fabricarse selvas, ciudades, vasos decorados, erguidas cabezas de despejada frente, inquietos potros y lunas nuevas. Pasan por estas páginas vagos transeúntes, diversos los acentos, variados los enigmas. Canto, y acaso el mundo, la vida, los hombres, su cuerpo o sombra miden, durante un breve instante, con la feble caña de mi hexámetro."




- Tiempo de silencio de Martin Santos

Con el Ulises de Joyce como modelo, Tiempo de silencio prodiga las alusiones a la Odisea y otros mitos clásicos. De "odisea" se califican las peripecias de Pedro, el protagonista; Florita se emparenta con Nausicaa; Cartucho es un trasunto del Cíclope; Dorita asume el doble papel de Calipso y de Penélope; al episodio de Circe corresponde (como en Ulises) el de un burdel.



  • Teatro

- La tejedora de sueños de Antonio Buero Vallejo

La tejedora de sueños de Buero representa probablemente el mejor tratamiento
que el tema de Ulises ha recibido en el teatro español de nuestro
siglo, lo cual no es nada exu-año si tenemos en cuenta que Buero es, en opínion
(que compartimos) de destacados críticos, el autor español que más y
mejor ha ahondado en las características y posibilidades -actuales de la tragedia.
El Ulises de Buero mantiene su «porte heroico» en lo que a su aspecto
tisico se refiere: el «viejo mendigo de cabellos grises y mirada hutdiza,
recio, pero encogido por los reveses de la fortuna» que hace su presentacion
en escena en compañía de Telémaco, se transforma en el momento
de su revelación «no en un anciano vencido por los años, sino en un
hombre maduro y corpulento», fuerte, flexible e implacable, tal como lo
recuerda Penélope. Pero por lo que a su carácter se refiere, Buero se
inscribe en la tradición antihomérica que lo presenta como un hombre frío,
calculador y egoísta. Así, el hecho de que aparezca disfrazado de mendigo
obedece por un lado a su deseo de no ser reconocido por los pretendientes
antes de poder consumar su venganza, pero también a su intención de espiar
a Penélope ante la sospecha de que haya podido serle infiel, de manera que
se presta a ayudar a los pretendientes a descubrir el secreto de la tela que teje
Penélope, para lo cual se oculta cerca del templete que custodia la labor de
su esposa y ello le permite escuchar durante buena parte del acto segundo la
conversacion entre Penélope y Anfino y descubrir así lo que su mujer piensa y siente realmente antes de darse a conocer.
Durante la matanza de los pretendientes el Ulises de Buero no se comporta
en realidad de manera muy diferente al Ulises homérico en lo que
respecta al trato que da a sus enemigos (aunque este Ulises asetea a los pretendientes
desde un plano más elevado, desde una terraza, sin arriesgar en
exceso su vida).

- El retorno de Ulises de Gonzalo Torrente Ballester

Un toque humorístico pretende tener también el Ulises que traza
Gonzalo Torrente Ballester en El retorno de Ulises, obra considerada fallida
por la crítica. Torrente parte de la idea de que las aventuras de Ulises son
una pura invención. Esta tradición se encuentra ya en la Antigúedad y la
tenemos documentada en el Palamedes de Filóstrato, donde se dice que para
componer su Odisea Homero consultó precisamente al fantasma de nuestro
héroe, el cual naturalmente le relató unas historias fabulosas en las que
él salía muy bien parado, y la misma idea se ha recogido en nuestro siglo
en la versión más antiheroica que imaginarse cabe, Un nacimiento de la Odisea
de Jean Giono (1938), donde Ulises es un bala perdida que ha pasado diez
anos de taberna en taberna y de burdel en burdel por los puertos del
Mediterráneo y que debe inventar sus increíbles aventuras para excusar su
inexcusable ausencia, temeroso además del musculoso amante que entretanto
se ha buscado Penélope. Tales historietas conocen una extraordinaria
difusión y Ulises es recibido en Itaca como un gran héroe y no como
el viejo sórdido e hipócrita que es, Penélope despide a su amante y al final
de la pieza la sombra de un suspicaz y resentido Telémaco se cruza en su
camino y amenaza su precaria prosperidad. La incredulidad de Telémaco,
como veremos, es también motivo importante en la obra de Torrente,
cuyo Ulises no es, sin embargo, un bellaco como el de Giono.


-¿Por qué corres Ulises? de Antonio Gala

Penélope obtiene al final de la obra el premio de recuperar a un Ulises ya
«domesticado» en pago a sus numerosos trabajos, uno de los cuales, y no
el más liviano, fue el de guardar las formas, puesto que «se distrajo» con frecuencia
en sus largos años de espera. Esta Penélope representa la estabilidad para su Ulises, aunque ello signifique aburrimiento y estatismo, su último refugio para soportar la vejez, juntas dos personas que no han sabido hacerse felices mutuamente por culpa de ambos.

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