Influencia del mito en la literatura europea.

La repercusión del tema de Ulises y sus aventuras en la literatura de todas las épocas y en todos los géneros literarios es algo que salta claramente a la vista de cualquier lector medianamente interesado en la pervivencia de los grandes temas y autores de la literatura clásica. Incluso en una época como la nuestra, en la que los mitos de la Antigüedad han dejado de ser paradigma de virtudes y, en consecuencia, han sufrido la conocida desmitificación que marca su presencia en nuestros días, la literatura se ha hecho cuestión, desde esa perspectiva no tan novedosa como parece (pues los mitos, vistos desde una óptica irreverente, pasaron ya por la recreación burlesca del siglo XVIII), de buena parte de los personajes y hazañas que nos dibuja el panorama de la mitología clásica.


El novelista es pionero en seguir el gusto de la literatura contemporánea por actualizar alguno de esos mitos. T. S. Eliot (1923) observa que amenudo los novelistas modernos utilizan lo que él llama el "método mítico". Si por un lado hacen decrecer la importancia de la trama, por otro incrementan la del mito, en pos de un orden estético diferente. Relegando el logos, el mito inspira hoy arte y filosofía. Porque uno y otra ven en él algo más que una fábula o ficción alegórica: un símbolo vital. El hombre moderno trata, ansioso, de hallar su propia identidad, falto de asideros ideológicos firmes, desorientado en un universo que percibe caótico y fragmentado. El novelista, al indagar en el subconsciente y al reiterpretar el mito, inquiere también una realidad alternativa.


Ortega dice en las Meditaciones del Quijote que el mito es un fermento de la historia, de incalculable energía poética y extraordinariamente apto como cauce expresivo de creencias e ideas que la razón sola no puede comprender.


Es conocido que el arte moderno actualiza figuras como Antígona, Medea o Edipo. Pero de entre todos los personajes del mito griego, probablemente ninguno ha provocado como Ulises una controversia tan grande desde el punto de vista ético en sus diversas adaptaciones e interpretaciones. Las razones que explican el hecho de que el personaje de Ulises haya sido
objeto de interpretaciones tan dispares (mientras que para algunos es el más villano de los villanos para otros resulta ser, por ejemplo, modelo a imitar de virtudes cristianas) debe buscarse ante todo en la ambigüedad de sus cualidades y características más sobresalientes, la inteligencia y la astucia (que obviamente pueden emplearse para bien o para mal) y la adaptabilidad de su comportamiento a cada situación. Acaso porque este héroe que permanentemente está regresando, infatigable, para llegar a un fin que es a la vez su origen, representa para el hombre moderno el símbolo perfecto de su propia soledad insoslayable, de la búsqueda afanosa de su destino, perdido como se siente en un universo inhóspito, acosado por el peligro acechante de la incertidumbre.


La literatura europea recrea el mito de Ulises de dos maneras preferentes. Una de ellas, irónica o paródica, es la de Joyce, cuyo Ulysses de 1922, implica una contraposición burlona entre el ambiente épico antiguo y el retorno humillante de Bloom a su hogar. La otra, nostálgica, como el empeño utópico de Katzantzakis en su largo poema épico Odisea. La búsqueda ansiosa de una ciudad feliz, más allá de Ítaca.
Grandes poetas líricos de nuestro siglo se sintieron también subyugados por la figura de Ulises, el eterno viajero. Ha de ser mencionada la hondura lírica de Kavafis en el poema ítaca.
Vemos necesaria emplear entradas individuales a esta para hablar más profunda y extensamente de estas obras liteararias.

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